UN CUENTO DE CHAIROS

Bajar a desayunar y encontrar a papá con el rostro serio de siempre; afeitado, preparado ya para la jornada que le ocupaba todo el día; era esa hora matutina del día, el único espacio en que la familia se reunía por breves minutos, antes de que cada quien tomara rumbo hacia sus respectivas ocupaciones.

Desde hacía unas semanas, el ambiente, antes cordial y festivo, se había tornado difícil al momento en que yo tomaba mi lugar a la mesa. Papá, serio por naturaleza, acentuaba entonces el gesto difícil, dando a entender que su actitud debía ser compartida por las otras integrantes del grupo familiar; mi madre y mi hermana, dejaban entonces de sonreír y comentar los temas ligeros de la mañana, para presentar con su actitud fría, un frente único en torno al padre, quien fingía un interés especial por las noticias del día.

Como cada mañana, era saludar y recibir a cambio una respuesta gélida por parte de mis progenitores y de mi hermana. Comía callado, a sabiendas de que en cualquier momento, podía iniciar la discusión de siempre.

-"Mira, aquí hay una nota sobre tu líder y los chairos que lo siguen devotamente".

Ahí estaba; solo había alcanzado a dar unos sorbos al jugo y dos o tres cucharadas al huevo con jamón. Traté de ignorar el comentario, sabiendo que sería inútil, pues mi padre tiene por costumbre no dejar las cosas a medias.

-"No saben aceptar una derrota; creían que en el Estado de México sería fácil ganarle al PRI y vean lo que consiguieron; un fracaso más, igual que siempre. Pero como el Mesías no sabe perder, ahora viene el mitote del fraude para justificar el fracaso".

Ni modo, había que entrarle: "Es cierto, fue un fraude, pero orquestado por la maquinaria priista que gobierna; usando programas sociales para comprar el voto, regalando desde televisiones hasta tinacos, para obligar a los más humildes a sufragar por el primo de Peña Nieto. Al final, alteraron actas, inflaron urnas y compraron autoridades para legitimar toda la suciedad que hoy llaman triunfo. Hay fraude es cierto, pero no es Morena quien lo fabrica".

El periódico voló hacia la silla vacía.

-"Si hubiera sabido que la escuela solo iba a servirte para terminar siendo un chairo más, igual a los muchos que trabajan en mi fábrica, ni de chiste te mando a estudiar. Ya no eres tú, tal y como te conocíamos en la casa; te has vuelto un peje zombi que repite el mismo discurso del Mesías Tropical".

-"De la escuela no tienes queja, mis calificaciones son aceptables; lo que pasa es que ahí enseñan también a tomar conciencia de la realidad del país y a no creerle tanto a Televisa y a los periódicos que acostumbras consumir; es verdad, creo en la figura de Andrés Manuel como líder nacional, pero lo que verdaderamente me interesa es el Programa de Regeneración Nacional que propone. Ahí puede estar la base para el cambio de proyecto nacional que requiere México".

-"Un cambio de proyecto que nos dejará igual o peor que Venezuela, donde no hay alimentos, donde se come en los basureros y donde los Mesías como el tuyo se vuelven Dictadores Vitalicios. Ese será el destino del país si llega el Chairo Mayor al poder".

-"Perdóname papá, pero repites el cuento que a diario aparece en los noticieros Televisa; Venezuela se hunde es cierto, por culpa de la derecha fascista, manipulada por el gobierno norteamericano, que quiere acceder al poder para vender el petróleo, la minería y demás riqueza venezolana, a los grandes capitales gringos; ellos son los que acaparan, los que sacan capitales del país para crear inestabilidad; ellos son los que mienten, matan y queman personas en su afán de poder y de riqueza; usan a jóvenes incautos que caen fácil en su red a cambio de droga o dinero que espléndidamente facilita el imperio yanqui. La derecha venezolana es muy parecida al PRI o al PAN mexicanos; la patria no les importa, solo ven por el dinero y por su beneficio particular".

-"Es por demás, allá tú y tus sueños de cambio; da gracias a que tienes un hogar estable y a que gracias a mi esfuerzo personal, nada falta en esta casa; será quizá como tú dices, pero aquí, en México, los negocios los hacen quienes respetan al gobierno y obedecen las Leyes. El cambio del que hablas es un sueño solamente y espero que algún día despiertes a la realidad".

Retomó el periódico deshojado y volvió a su concentrada lectura; no diría nada más al respecto, al menos por hoy.

Mi madre y mi hermana solo lanzaron hacia mí la mirada desaprobatoria de costumbre y se concentraron también en sus respectivos desayunos. Me levanté entonces y tomé las llaves del carro; me esperaban y no quería llegar tarde a la cita.

-"¿Vas a llevarte el carro hoy también?", dijo mi padre; "raro que un chairo viaje en vehículo particular, supuestamente son partidarios de los que menos tienen".

Era la puntilla con que mi padre daba por terminada la corrida. No dije nada, hoy necesitaba el carro de manera especial; apresuré el pasó y cerré la puerta con mucho cuidado, no fuera a pensar mi padre que había acusado recibo del último golpe.

Cuando llegué al parque ya me estaban esperando los compañeros; el acto de Morena sería a la una de la tarde, pero había que transportar todo con bastante anticipación. Llenamos cajuela y asientos traseros con lo que teníamos encargo de llevar y apretados en la parte delantera, nos preparamos para el largo viaje a Naucalpan.

-"Espera", dijo Silvia, "antes desayunamos ¿no?".

Sacó de su bolso tres pequeñas bolsitas que repartió equitativamente, acompañando el acto de una sonrisa. Tamales y atole. Que a gusto me supo el desayuno; el verdadero desayuno del día, no el simulacro casero. Tiene razón el maestro Luis cuando nos dice que el cambio lo tienen que impulsar los jóvenes, porque son quienes creen con sinceridad en las causas justas y no tienen cadenas que los aten.

-"Ahora si chairos, vámonos" dijo alegre Silvia.

Y salimos.

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