EL PRI Y LOS MUERTOS QUE CAMINAN


Quienes hablan de una "cultura política", refiriéndose a las extrañas y muchas veces burlescas formas que tienen los políticos para resolver cuestiones de fondo y forma, hacen un intento desesperado y despreciable por engañar al elector, haciendo pasar el "juego sucio", repleto de mañas, trampas, acuerdos en lo oscurito y decisiones cupulares, como una conducta nacida de la educación y no de la pobre práctica política que desarrollan sus generalmente corruptos militantes.

El caso muy reciente en la designación de José Antonio "Videgaray" Meade, es una joya de como los tecnócratas de la derecha hacen política actualmente; toda la liturgia que creíamos muerta y enterrada desde hace 3 sexenios, revive con fuerza, para que uno de los Partidos Políticos en el país, pueda sacar un candidato "independiente" que represente y defienda el modelo neoliberal que está destruyendo a México. Veamos qué están reviviendo de manera tragicómica:

EL TAPADO.- Se nombraba así al elegido por el dedo presidencial, antes de ser "destapado" públicamente como heredero al trono priista; hace años, existía de verdad competencia; en este sexenio, desde hace más de un año, en vista del sucio y deplorable historial de los miembros del gabinete de extracción priista, se sabía que Meade-Videgaray, era la única carta que podía jugar Peña Nieto.

EL DEDAZO.- De entre la gama de opciones o "delfinario" que tenía anteriormente el presidente, elegía a quien consideraba, daría continuidad a su proyecto, ya fuera en forma lineal, o ajustando lo necesario para que el legado presidencial no se perdiera. Hoy, Peña Nieto no tiene opciones; todos sus auxiliares están manchados y mucho. No le interesa preservar legado alguno; su única preocupación es no pisar alguna cárcel nacional o verse obligado a comparecer ante un Tribunal Internacional, por crímenes de lesa humanidad. Por eso el "rey de los gasolinazos" Meade-Videgaray fue el elegido. Es un incondicional probado.

LAS FUERZAS VIVAS EN EL PRI.- Ya acudió Meade-Videgaray a pedir apoyo al sector "obrero" priista (CTM), para que respalden su candidatura dentro del Partido. Es una liturgia donde se aplaude al designado por dedazo presidencial y se le encuentran virtudes y méritos de todo tipo. Es un show más, entre los muchos que existen en el PRI. Solo que en este caso, el candidato ni priista es; además está presente el preocupante descontento de muchas organizaciones campesinas, que han dicho que no apoyarán de ningún modo a Meade-Videgaray. Líderes agrarios agrupados en el "El Plan de Ayala del Siglo XXI", han manifestado que no votarán por este tecnócrata y prometen 5 millones de votos, al representante de Morena.

LA CARGADA.- Políticos, periodistas, funcionarios públicos, empresarios, intelectuales, militantes, bots pagados por el partido, etc., se han volcado en una euforia operística, ensalzando las cualidades que hoy le nacen a Meade-Videgaray (anteriormente no había dado muestras de ellas y era un simple ser humano), que lo hacen un sujeto fuera de serie, capaz de refundar a la misma nación, a la que hasta hace unos pocos días, intentaba sacar medio a flote, del desastre financiero creado por la Administración de Peña Nieto, de la que forma parte. La cargada es la señal de arranque para que cada quien, vea por sus intereses, haciéndose grato a los ojos del posible nuevo Tlatoani. El manto del nuevo rey debe cubrir, para proteger y consentir, a todos aquellos que buscan nuevas oportunidades, o que intentan disfrutar de las ya adquiridas de manera ilícita, sin temor a futuros inconvenientes judiciales.

Este resucitar de fórmulas añejas, muertas e inservibles en el momento histórico que vive el país, tiene su razón de ser: el PRI no tiene un presente digno que ofrecer al votante; todo es sucio, vil, corrupto y deshonesto. No hay funcionario público que se salve. Y cuando no se tiene un honorable presente, se tiene que recurrir por fuerza a un pasado idílico, donde todo era triunfo contundente; todo esto con el fin de no perder un futuro que actualmente se le escapa de las manos al neoliberalismo, primeramente por su fracaso rotundo y en segundo término, por la fuerza contundente de una izquierda propositiva y combativa que lo tiene arrinconado.

Lo malo de todo esto es que eligen a un títere más, como candidato a la presidencia. No escarmentaron con el fracaso de Peña Nieto, una creación de Televisa que brilló unos meses y después se les descompuso para siempre. Meade no es un ignorante, pero en cambio es completamente servil. Así está formado y no va a cambiar. Es buen administrador, de acuerdo a los intereses de una fuerza por encima de él que le adiestra de antemano. Esa fuerza está en el grupo político que lo está impulsando actualmente y en los intereses nacionales y extranjeros a los que ha servido durante toda su carrera, que buscan mantener el modelo económico que los enriquece, a costa del hambre de millones de mexicanos.

Como Meade es solo un títere que llega condicionado por capitales y políticos que lo encumbran por su docilidad y no por méritos personales, requiere a un titiritero que dirija, desde la oscuridad, la política y la economía en el país. Ese oscuro personaje es desde luego Luis Videgaray, sombra actual y conciencia negra de Peña Nieto. Quien ha gobernado al país en este sexenio desastroso, ha sido él y no "Enrique el Débil". En los siguientes seis años, el PRI intentará continuar con este tipo de gobierno entre bambalinas, usando la careta de Meade para cubrir al desprestigiado Videgaray. Con esto, estará resucitando solapadamente, al último y peor de sus fantasmas del pasado: EL MAXIMATO.

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