PATROCINIO: CAMPO DE EXTERMINIO

15-10-2016

Nos hemos hecho a la costumbre de que, periódicamente, en México se presentan como cosa natural, como un suceso más del día, noticias que por su naturaleza, deberían motivar la repulsa nacional, el horror generalizado y la demanda de investigación inmediata para castigar severamente a los culpables de estos hechos. Muerte violenta o ajusticiamiento en grupo de civiles desarmados, que en muchos casos presentan tiro de gracia y huellas de tortura; situación que ni en países en guerra se justifica y obliga a cualquier sociedad a exigir investigación y justicia. Desafortunadamente esto no es así; en nuestro país, la muerte violenta y salvaje se ha convertido en un hecho tan cotidiano, que nos hemos acostumbrado a ella y la miramos como algo reprobable, pero inevitable al mismo tiempo.

Esto obedece a dos causas fundamentales; en primer término se encuentra la poca o nula cobertura que tales hechos registran en los medios informativos tradicionales; tanto prensa como televisión los tocan únicamente de manera marginal, sin profundizar demasiado en ellos, sabedores de que por la naturaleza de estos crímenes, debe estar involucrada alguna autoridad a la que no es conveniente evidenciar. Los medios de comunicación dosifican y manipulan la información, según su costumbre, para que la noticia adquiera la forma que desean y que al final se reduce a muertes atribuibles al crimen organizado; lo cual hace que el ciudadano común encuentre una explicación o justificación inmediata al delito: se trata de delincuentes ajusticiados por otros delincuentes; nada que ver conmigo; ellos se lo buscaron. Reprobable, pero inevitable.

El segundo factor, está relacionado con el alto nivel de corrupción que registra el gobierno de este país; estamos ubicados en el treceavo lugar a nivel mundial en cuanto a corrupción y por tanto, resulta evidente que la autoridad, credibilidad, competencia, transparencia, justicia, solo son palabras huecas, que nada significan para el actual gobierno priísta, ni pesaron tampoco durante los doce años del panismo; esto hablando a nivel federal, pues en los Estados y municipios del país, tanto prianistas, perredistas, verdes e independientes, se han comportado de manera similar. El crecimiento del crimen organizado en las últimas décadas, no puede explicarse sin la intervención, encubrimiento, participación y dirección del aparato político del país. Por tanto la impartición de justicia es una simulación más del gobierno en turno, pues no se persigue a los cómplices realmente; más bien se les protege ocultando la verdad. Y la verdad o explicación del gobierno responsable siempre es la guerra entre delincuentes. Todos los que mueren violentamente en México, terminan relacionados con el crimen organizado; reprobable, pero inevitable.

Pero hay otras voces, otros actores que no se conforman con estas verdades oficiales y que denuncian en su momento que la desaparición de normalistas en Ayotzinapa, nada tiene que ver con el crimen organizado, sino más bien con un plan del gobierno para aniquilar a las Normales Rurales, combativas e indóciles por naturaleza. Que en el crimen de Nochixtlán participó el Estado a través de la policía federal, para reprimir maestros inconformes desarmados; que en Tlatlaya, el ejército ejecutó sumariamente a civiles desarmados, alterando la escena del crimen y sembrando armas para justificar la masacre; que en Apatzingan sucedió casi lo mismo, solo que ahí fue la policía federal la responsable de la masacre de civiles inocentes. Todos estos son casos emblemáticos que evidencian la corrupción imperante en toda la estructura de los gobiernos federal, estatal y municipal, así como de las dependencias de procuración de justicia. Estos delitos terminan en el limbo jurídico, sin conclusión, con chivos expiatorios presos, sin reparación de daño y lo que es más aterrador, como método para justificar lo injustificable: masacres de civiles con intervención directa de alguna autoridad.

Quienes ponen en duda la versión oficial de estas atrocidades, son por lo general periodistas independientes, activistas sociales, familiares de desaparecidos, organismos internacionales, que trabajan permanentemente por una verdad que autoridades, prensa, radio y televisión, se empeñan en ocultar o deformar.

Hace unos días, en la localidad de Patrocinio, Coahuila, fue descubierta una fosa clandestina, donde se hallaron hasta el momento, más de 600 restos humanos. El Grupo Vida, dedicado a la búsqueda de desaparecidos, ha expresado que Patrocinio es más que una fosa clandestina; se trata de un Campo de Exterminio, con todo el horror que esto significa. Las autoridades federales y estatales han tratado de desestimar y disminuir la dimensión real del problema y los medios de comunicación tradicionales, ayudan en esto como de costumbre. ¿Qué otros campos de exterminio estarán funcionando en México en este momento? ¿Quiénes fueron asesinados y calcinados en ellos? Se sabe que el gobierno de Coahuila estaba enterado de lo que sucedía en el municipio desde hace tiempo ¿cuál es su responsabilidad e intervención en los hechos? Son preguntas que exigen respuestas urgentes.

Peña Nieto está siguiendo la estrategia de negar todo el fracaso que su gestión ha significado para México; apuesta a la impunidad que el cargo le da a él y a su banda de corruptos saqueadores; apuesta al olvido de una sociedad a la que cree suficientemente enajenada; apuesta a que sus "verdades" se mantendrán por siempre y a que los muertos serán olvidados. Error mayúsculo; no olvidamos, investigamos y documentamos; no hay impunidad permanente para los criminales y en algún momento, se hará justicia; México no es un país de neoliberales corruptos: estos son solo una camarilla a la que echaremos del gobierno tarde o temprano. Entonces las fosas se abrirán e investigarán adecuadamente, los muertos hablarán y aclararán cada caso a detalle; la verdad se conocerá y los criminales serán nombrados uno a uno. Y todos ellos pagarán; de eso no debe haber duda. Para esto, lo único que necesitamos es no olvidar y apoyar a las personas y grupos de la sociedad civil, dedicados a conformar la memoria histórica de esta etapa de terror institucional, persiguiendo en cada caso la verdad, a pesar de todos los impedimentos que el Estado pone para obstaculizar el esclarecimiento de cada crimen. Siempre que se habla de una masacre o un crimen contra periodistas independientes, activistas, profesores, estudiantes, etc., aparece un área de gobierno involucrada, ya sea por acción directa u omisión. Esto pasa en México a diario. ¿Hasta cuándo? ¿Cuántos Patrocinio, Coahuila faltan aún por hallar?

MALTHUS GAMBA


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