ADIÓS TLCAN, ADIÓS VIDEGARAY Y MEADE


A días de iniciar la cuarta ronda de negociaciones para la actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se ve cada vez más difícil conseguir algo que muestre sentido común y equidad comercial por parte del gobierno de Estados Unidos para con sus socios.

Desde la Tercera ronda de negociaciones, se pudo ver que el proteccionismo que define hasta el momento al gobierno de Donald Trump, es definitivo en todo lo que corresponda a política exterior y convenios internacionales. Se pretende modificar las reglas de cualquier juego, con el único fin de que la economía americana se fortalezca, a expensas de los países que mantienen lazos comerciales y financieros con nuestro vecino del norte.

Estados Unidos acepta importar productos agropecuarios de sus socios comerciales, solo en los casos en que al interior de su país, no exista producción suficiente; se permitiría el ingreso de estos productos, únicamente en los momentos en que el gobierno decida que hacen falta para completar la demanda interna. El resto del tiempo, la producción canadiense y mexicana, se frenarían de golpe, ante el cierre temporal del mercado americano, o se tendrían que buscar compradores emergentes para colocar el excedente rechazado por nuestro socio norteamericano.

Otro problema que enfrentan Canadá y México, es la propuesta americana de revisar el Tratado cada cinco años, a fin de ajustar los acuerdos, en base a las necesidades económicas de los Estados Unidos. No habría entonces un documento definitivo después de tanta negociación; a los cinco años, se repetiría el ciclo de estira y afloja. Los Tratados Internacionales no operan así, pero el gobierno de Trupm piensa que por medio de la fuerza verbal y las amenazas veladas, puede aplicar las normas que le convienen, pasando por encima de las necesidades de los demás países socios en el convenio.

¿Qué pasó entonces con toda la actividad desplegada por el aprendiz de canciller Videgaray?

Al parecer, la invitación a Trump a nuestro país cuando solo era candidato republicano, los ataques a la democracia en Venezuela por parte del gobierno de nuestro país, el servil papel de patiño que desempeñó el canciller, expulsando al embajador de Corea dl Norte, por instrucciones de la administración Trump, no le han servido de algo al neoliberalismo priista, que por costumbre fracasa en todo. El presidente de Estados Unidos solo ha visto en los funcionarios mexicanos, meros empleados de segundo orden, a los que puede utilizar de acuerdo a los intereses de su gobierno, para después darles el trato que merecen quienes pierden su dignidad personal a la hora de negociar.

Sabemos que el presidente norteamericano detesta la conducta débil de cualquier oponente y solo muestra respeto a quienes se plantan en firme para defender su derecho, a pesar de amenazas o alardes de fuerza. Si de algo ha dado muestras el gobierno de Peña Nieto desde su inicio, es de una manifiesta debilidad en todos aspectos; prueba de ello es el lamentable estado que presenta nuestro país en todos los órdenes.

Hoy, la iniciativa privada nacional, habla ya de la conveniencia de salir de este Tratado, para no caer en conductas desventajosas que terminarían por hundir a la ya de por si maltrecha economía mexicana. Prefieren apostar a la exportación de productos a los mercados sudamericanos y asiáticos, a ser partícipes de convenios donde toda la ventaja estará del lado americano y únicamente sobras, recibirá el comercio nacional.

Todos están entendiendo poco a poco que el TLCAN dejó de ser el mecanismo de mercado que más conviene a nuestro país; Estados Unidos está volcado al proteccionismo declarado, para dar seguridad a sus producción interna. Solo aceptará reglas que beneficien a sus nacionales, sin importar el daño que puedan significar para sus socios comerciales.

¿Hasta cuándo Luis Videgaray, Ildefonso Guajardo y José Antonio Meade, continuarán con el sueño tecnócrata, de basar el desarrollo de la economía mexicana, a la dependencia casi total de las formas y reglas de juego americanas? Es lo que está por verse.

Al gobierno de Peña Nieto se le agota el tiempo para concretar el Tratado, al que le han apostado mucho; salir del mismo beneficia a México en todos aspectos, pero significa al mismo tiempo, el hundimiento completo del proyecto neoliberal iniciado por Miguel de la Madrid, estructurado e impulsado al máximo por Salinas de Gortari y los dos gobiernos panistas. Hoy, en franca fase terminal, con un Peña Nieto que se desinfló después de las pésimas Reformas Estructurales y con el nombramiento de un presidente americano que ve en México un problema y no un socio comercial, el TLCAN no tiene razón de ser, al menos para los mexicanos. Solo el PRIAN que sabe que con la cancelación de este Tratado mueren sus aspiraciones para mantenerse en el gobierno en el ya próximo 2018, tiene sentido intentar resucitar, a cualquier costo, a un moribundo que lo que más desea en este instante, es que lo dejen descansar en paz. La Historia no perdona y el TLCAN es ya parte de la misma; aunque el PRIAN pretenda remar a contracorriente, el Tratado tiene sus días contados.

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