MEADE: EL DELFÍN NEGRO DE PEÑA NIETO

Hace unos días, el presidente Peña Nieto anunció que su Secretario de Hacienda, Luis Videgaray había presentado su renuncia a dicho cargo con carácter de irrevocable y que el Ejecutivo Federal había aceptado la misma sin mayor dificultad. En el acto protocolario para anunciar la renuncia de Videgaray, Peña Nieto dio posesión a José Antonio Meade, como nuevo titular de la cartera de Hacienda, en sustitución de quien hemos dicho.

¿Qué significó este movimiento? Para las Redes Sociales y los medios de comunicación en general, la lectura fue la de un castigo a Videgaray, por su estúpida recomendación para que se invitara a Donald Trump a México y fuera recibido con el protocolo que corresponde a un Jefe de Estado. El desastre político que significó para el Presidente este encuentro, es ampliamente conocido; lógico era suponer entonces que la salida de Luis Videgaray era producto de esta pifia. La llegada de Meade a la Secretaría de Hacienda fue interpretada como más de lo mismo, dentro del equipo cerrado del Presidente. Así lo vieron la mayoría de los mexicanos.

Lo anterior es una interpretación muy superficial del asunto. En realidad se trata de una estrategia bien definida por Peña Nieto, con miras a la sucesión presidencial en 2018.

Quienes seguimos al doctor Alfredo Jalife en twitter, sabíamos por él desde hace unos meses, que a Luis Videgaray no le alcanzaba su poder y tamaño político, para competir por la presidencia en el 2018. Con un trabajo impresentable dentro de la Secretaría de Hacienda donde se aumentó considerablemente la deuda interna, se depreció el valor de la moneda nacional, se mantuvieron los gasolinazos periódicos así como los incrementos al consumo de energía eléctrica, etc., no tenía ninguna carta a favor que presentar para ser considerado candidato elegible y con posibilidades en la carrera por la sucesión presidencial. Esto lo sabe Peña Nieto desde hace un buen tiempo; también lo sabe Videgaray y por lo mismo, sus pretensiones al corto plazo son otras: él va por la gubernatura del Estado de México en el 2017. Por eso su renuncia en este momento; por eso no acepta otro puesto en el gabinete presidencial; por eso se despide del Presidente entre abrazos efusivos y cálidos apretones de mano; sale del equipo para estar en condiciones de competir y ganar la gubernatura más apreciada por el equipo neoliberal priísta; la sede de su poder económico y político; la que no se puede perder de ninguna manera: el Estado de México. Ahí estará compitiendo y seguramente ganando Luis Videgaray. No fue por tanto un castigo; fue un movimiento exacto y en tiempo para colocarlo en el sitio donde puede operar a favor del grupo en el poder.

Por su parte, Meade se convierte en automático en el caballo negro o mejor dicho en el delfín negro de Peña Nieto para sucederlo en el trono presidencial. Osorio Chong, también desgastado, no tiene posibilidades reales para competir y ganar la nominación; no es parte del grupo natural de amigos del presidente; ha sido relegado, menospreciado y sacrificado cotidianamente y él mismo sabe que no será el ungido por el dedo divino de Peña Nieto. Meade si lo será; es bien visto dentro del PRI y también dentro del PAN, ya que ha sido parte del primer equipo en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Y lo que es más importante para posicionarlo: cuenta también con el visto bueno de los grandes capitales nacionales y extranjeros ( léase USA ), cuyos intereses se verían favorecidos y garantizados plenamente al ocupar él la silla presidencial.

Esto fue lo que realmente significaron los cambios anunciados por el Presidente; ya se está jugando para las elecciones en 2017 y 2018. En el gobierno de Enrique Peña Nieto nunca habrá castigos para los amigos íntimos; solo existen premios. Videgaray es amigo, Meade también. Son la generación del cambio priísta; el fracaso y la derrota no existen en este pequeño paraíso; mantener al equipo al frente del gobierno es lo que importa; los fines importan, no los medios ni los resultados ante la Sociedad Mexicana.

El Proyecto Peña Nieto exige mantener el control del Estado de México y de la Presidencia de la República en las próximas elecciones; en eso trabajan Videgaray y Meade actualmente, protegidos y promocionados por el aparato político PRIANISTA y los grupos financieros nacionales y foráneos.

A eso se enfrentará la Sociedad Civil en las elecciones 2017 y 2018. ¿Tendremos la fuerza organizativa y el coraje suficiente para combatir y evitar la imposición y el fraude que ya se anuncian? De nosotros depende; no son los sueños de las candidaturas independientes lo que nos sacará adelante, sino un movimiento sólido y bien estructurado, con capacidad para enfrentar y ganar contundentemente a la maquinaria prianista a nivel nacional. La opción natural de la izquierda y de México es Morena, con Andrés Manuel al frente. Ojalá se entienda y se concrete. De no ser así, nos esperan más Casas Blancas, Ayotzinapas, Nochixtán, Guarderias ABC, Malinalco, fallidas Guerras al Narco, Apatzinagan, Verdades Históricas...etc.

MALTHUS GAMBA.


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