EL TAPADO.- Juego de viejos periodistas.
Seguramente la mayoría de nosotros hemos leído en la prensa nacional, algún artículo que se refiera a la designación del candidato oficial priista, para competir en el 2018 por la presidencia de la República. La designación, como sabemos, corresponde enteramente al presidente en turno, en este caso, el impopular Enrique Peña Nieto. A este ritual sexenal, se le conoció en el pasado como la develación de "El Tapado", pues eran muchos los pretendientes, pero solo uno el elegido. Periodistas, analistas, políticos, empresarios, líderes sindicales y medios de comunicación, participaban en esta ceremonia priista, aventurando en privado y con cautela, quién sería el elegido por el dedo majestuoso del señor presidente. Era importante no adular a futuros perdedores políticos, quedando en mal con el ungido, al haber ladrado antes de tiempo al árbol equivocado. De ahí la frase adjudicada al líder de la CTM Fidel Velázquez, en el sentido de "El que se mueve no sale". Había que tener nervios de acero para no adelantarse y perder la oportunidad del jugoso hueso sexenal.
Hoy en día, esta costumbre que solo puede entenderse como una reliquia del pasado, es añorada por los viejos periodistas del ayer, que no entienden que los tiempos políticos cambiaron significativamente. En un escenario donde el partido único gobierna ilegítimamente, con una oposición verdadera que día a día se fortalece más y donde el reclamo social por la corrupción, impunidad y violencia que se viven en el país, han minado totalmente la credibilidad en el priismo y panismo neoliberales, a nadie le importa quién sea el siguiente candidato del tricolor. Lo que le interesa a la mayoría de los ciudadanos en el país, es que el PRI salga del gobierno en el 2018.
No se trata de que nos maquillen el presente y prometan un futuro limpio, con un candidato que de una u otra forma, ha sido parte fundamental de la política corrupta de La Mafia del Poder. ¿Qué diferencia puede haber entre Osorio Chong, José Antonio Meade, Aurelio Nuño, José Narro o cualquier otro priista que nos pongan enfrente? Todos ellos tienen un pasado manchado por la corrupción, la complicidad o la protección dispensada a quienes saquearon la nación sexenio a sexenio. La misma situación se observa en el PAN, donde Margarita Zavala y Ricardo Anaya, son recortes del mismo retazo de tela azul, teñido con la sangre de miles de mexicanos asesinados, a consecuencia de la guerra fallida declarada por Felipe Calderón al crimen organizado.
Los tiempos cambiaron y en verdad a muy pocos les interesa quién vaya a ser el siguiente neoliberal que pretenda sentarse en la silla presidencial. Ese hecho es un detalle insignificante, que no cambia en nada el curso que la sociedad civil ha iniciado para corregir el rumbo de la nación. Sea quien sea el señalado por el dedo de Peña Nieto, lo importante es que no llegue a gobernar por otros seis años al país. Ha sido mucha la sangre que se ha derramado en los dos últimos sexenios; la inseguridad, la pobreza, la venta del país a los capitales americanos y europeos, sumieron a México en una crisis que provoca hambre, miseria, marginación y muerte.
Creer ingenuamente que los mismos que dieron vida a la catástrofe que vivimos, van a darnos ahora el antídoto para recobrar la salud social, es no solo infantil: resulta estúpido. Nada que venga del PRI o del PAN, o de sus aliados del Frente, o de los independientes que financia sexenio tras sexenio el partido oficial, cambiará nuestra forma de vida, para mejorarla un poco. La corrupción es parte de la genética de los políticos neoliberales; ellos se protegen entre sí, para que sus delitos queden siempre impunes. El futuro de México no puede estar sujeto a la continuidad de la pesadilla prianista. Urge un cambio que barra con toda la basura acumulada, en una nación que ha dicho basta, sin estar dispuesta a soportar otros seis años de violencia y corrupción.
Por eso carece de importancia real el conocer desde hoy al personaje que abanderará la campaña priista rumbo al 2018. Sea quien sea, defenderá los mismos vicios e inclinaciones delictivas del resto del partido; protegerá a Peña Nieto y a su equipo de gobierno contra la acción judicial; dejará sin resolver casos emblemáticos como Ayotzinapa, Atenco, Nochixtlán, La Casa Blanca, Odebrecht, La Estafa Maestra, Los Fraude electorales, etc. Las cosas no cambiarán en absoluto, con un ejemplar de la fauna priista o panista en el gobierno.
Solo el cambio verdadero, promete una nueva vida para todos. Por eso el interés de los corruptos en detener a cualquier precio a Morena y su proyecto político. Ahí si existe la posibilidad de que las cosas cambien para bien. Eso significaría el final de la historia política de la Mafia del Poder. Los que menos tienen disfrutarán por fin los beneficios de una política nacional, donde el interés del gobierno se oriente hacia el crecimiento de México y de todos los mexicanos en general y no solo de la clase privilegiada, que disfruta de una riqueza que en realidad es generada por quienes hoy se encuentran sumidos en el abandono.
Dejemos al periodismo añojo jugar con nostalgia al juego del tapado; dejemos al PRI simular que buscan al mejor elemento de entre sus filas, para que encabece el cambio nacional. Que se queden con su farsa sexenal. Lo importante para los ciudadanos cansados de tanta promesa incumplida, es conseguir que Morena llegue al poder en las siguientes elecciones, para poder así dar un adiós definitivo al PRIAN y a toda su negra historia.